Una de las cosas buenas que trajo la pandemia es que puso en evidencia a todas luces algo que ya era claro para millones de mujeres en el mundo: el sistema de trabajo no fue diseñado para las mamás o la corresponsabilidad. La mentalidad patriarcal que inspiró el actual sistema laboral, por lo menos como era antes de la crisis del COVID-19, de lunes a viernes y de 8:00 a 18:00 horas, no es compatible con la compleja y enorme responsabilidad de criar y cuidar hijos. Esa dificultad es algo que hombres y mujeres han vivido cotidianamente durante estos últimos dos años, aunque más intensamente las mujeres.
Ese sistema estaba creado para hombres que, si tenían hijos, eran sus esposas que se hacían cargo de ellos. Las mujeres sólo tenían la opción de ser dueñas de casa y depender económicamente de sus maridos. Con el pasar de las décadas, las mujeres fueron expresando el deseo y la necesidad de trabajar para mantener a sus familias. Así nació el concepto de la “mamá que trabaja”, que es aquella que, por un motivo u otro, quiere ser parte de la fuerza laboral. Y en la década de los ’90 surgió hasta una batalla entre las mamás que tenían empleo versus las que se quedaban en casa, unas contra otras, acusándose de más o menos feminismo, de más o menos autonomía, de más o menos responsabilidad, de ser más o menos maternales.
La pandemia del COVID-19 ha creado una oportunidad histórica para hacer el sistema laboral más flexible, inclusivo e igualitario.
De esas contraposiciones nacen enormes cargas de culpa. Culpa por no estar el tiempo suficiente con los hijos, culpa por abandonar una carrera, culpa por tener poco tiempo para una misma, culpa por no desarrollar las propias capacidades, culpa por irse más temprano de la pega para ir a buscar a los niños al colegio, culpa por llegar atrasada a buscarlos, culpa porque interrumpen una llamada en Zoom y tantas otras. Pero la verdad es que el problema no es mamá versus mamá. Y hasta la noción de la “mamá trabajadora” parece inadecuada, porque está claro que las mamás que se quedan en la casa trabajan constantemente y muchísimo. El problema es el sistema y ahora, en la reconstrucción pospandemia, es la mejor oportunidad histórica para empresas y empleados de cambiarlo.
Un buen desafío con el que se puede empezar es que las profesionales que tienen hijos paren de disculparse y que, por su lado, los líderes empresariales no esperen ni menos exijan disculpas de ellas. Es algo que tiene que desaprenderse y va a ser un proceso. Pero nadie debería tener que disculparse por las pequeñas dificultades que surgen de lidiar con dos responsabilidades enormes, la crianza de los hijos y el desarrollo profesional, en un sistema que no fue pensado para eso.
La flexibilidad horaria ha sido un salto cuantitativo. Qué maravilloso que ese concepto se ha hecho cotidiano y el desafío para las empresas es que se vuelva parte permanente de su cultura organizacional. Para que dejen de valorarse tanto la cantidad de horas marcadas y se valoren más los resultados efectivos. Cuando se les da autonomía horaria a los empleados, trabajan con más dedicación.
Hay que desaprender el pedir disculpas por cada cosa que haces para trabajar y criar a tus hijos al mismo tiempo en un sistema que no fue diseñado para eso.
Es ahora cuando las trabajadoras con hijos necesitan de más apoyo, ya que han sido principalmente ellas quienes han renunciado a sus trabajos o disminuido su carga laboral para hacerse cargo de cuidar a los hijos, educarlos en la casa con los colegios cerrados y atender a los parientes enfermos. Si no hacemos un cambio ahora, arriesgamos hacer permanente el retroceso de una década que la crisis del COVID-19 causó en materia de participación laboral femenina y el perjuicio social que esa falta de diversidad traería para todos nosotros a largo plazo.
Esta es la oportunidad para hacer de la maternidad algo de lo que enorgullecerse y no algo por lo que disculparse. Y qué liberador puede ser sólo pedir disculpas cuando en realidad se ha hecho algo mal. Tener un empleo y estar presente en la vida de tus hijos es un acto de equilibrio tremendamente difícil y deberías sentirte orgullosa de lo que has logrado y saber que lo que no está “perfecto” es parte del día a día.
¿Buscas reclutar talentosas mujeres para tu organización?